putin y los festejos del centenario

Veámoslo de esta forma: la revolución de 1917, en ninguno de sus legados, encaja en las pretensiones político-comunicativas del gobierno ruso. El cóctel actual indica fortaleza, unidad, estabilidad, nacionalismo, en la reciente imagen de un Putin pasado por agua, pero incólumne, durante un homenaje a los muertos en la "Gran Guerra Patria" (2GM). Lejos, un zar abdicado y asesinado junto a su familia y allegados, una guerra civil y una revolución internacionalista y proletaria. Aún más lejos, con una actualidad de geopolítica montada en nitroglicerina recargada, a un año de las elecciones presidenciales y con una oposición interna inquieta.

inquietud

Suena el wasap. Mi primo me envía un video. Allá es de madrugada. Con certeza, ya destapó unas seis o siete cervezas él sólo. "Primo?!", leo. "La busco a Martina al jardín y te llamo", respondo, mientras veo el video. No entiendo mucho y pregunto qué pasó. "Casi me llevaron preso!!! Cuando tenes tiempo, llamame, no voy a dormir una hora mas", escribe. Al rato hablamos. Cuesta entenderle, no por su español, que es bastante bueno, sino por la cerveza. No patina, simplemente se olvida las palabras. Comprendo de todas formas, mientras googleo noticias: "Miles de detenidos en movilizaciones opositoras en Moscú y San Petersburgo". Pienso en Carrió, en Macri, en Macrón.

Esa tarde, 12 de junio, al menos mil quinientas personas fueron detenidas en distintas manifestaciones contra el gobierno, la mayoría de ellas en San Petesburgo y en Moscú. El Kremlin declaró ilegales las movilizaciones. El líder opositor Alexey Navalny también fue detenido. La medida represiva estuvo atada a cuestiones político-técnico-logísticas. Los proveedores del escenario, equipos de audios y otros servicios para realizar el acto de protesta que organizaba Navalny "se retiraron" a último momento del contrato. Entonces, el líder opositor anunció por las redes sociales que el punto de encuentro sería otro al acordado con el gobierno citadino. De la avenida Académico Sájarov pasó sorpresivamente a la transitada calle Tverskaya, donde se realizarían celebraciones oficiales por el Día de Rusia. La fiscalía de Moscú autorizó las detenciones, acusando a Navalny de provocación. La convocatoria en Moscú habría movilizado a unas 50 mil personas. Navalny fue detenido en su casa.

semi-dios

Es 22 de junio en Rusia. Día de la Memoria y el Dolor. Recuerda la pérdida, en la Segunda Guerra Mundial, de 26 millones de vidas soviéticas. La Tumba del Soldado Desconocido, en el Jardín de Alejandro, situado en uno de los laterales del Kremlin, la imagen, Putin al frente. La lluvia torrencial heroiza al presidente. Paragüas usaba Mary Poppins.

Al mismo tiempo, la agencia Sputnik (para cuya antecesora -La Voz de Rusia- trabajé como corresponsal en Buenos Aires durante ocho años) difunde una encuesta que ubica a Putin como segunda figura más eminente de la historia rusa, detrás de Stalin. Comparte el lugar con el Borges ruso, Alexandre Pushkin. La encuesta se realiza desde 1989 y es la primera vez que Putin accede al podio. Un historiador explica que ello se debe a la reciente "reunificación" de Crimea.

El top ten es una ensalada rusa, aunque allá la "ensalada rusa" se llama "ensalada americana". Hay emperadores (Pedro el Grande y Catalina II), militares (el mariscal Gueorgui Zhúkov), escritores (Lev Tolstói y Mijaíl Lérmontov), ídolos del rubro "varios" (Yuri Gagarin, primer cosmonauta mundial) y dirigentes políticos, entre ellos el de la mancha en la cabeza, Mijaíl Gorbachov. Por supuesto, Lenin también y en puesto de podio. El gran líder bolchevique está tercero. Pero a lo largo de los años bajó del 72 por ciento en 1989 al 32 por ciento actual.

anticorrupción

- Pero Navalny fue juzgado por malversación de fondos y condenado a cinco años de prisión!, exclamo a mi primo.

- No leas eso!, me responde.

- jaja. Cómo que no? O inventó el gobierno una causa falsa?

- Si, fue condenado, pero fue por razones politicos! Nuestro juicio es una puta mierda! No hay justicia en este pais! Lo que dicen desde arriba, asi será la decision del juicio, sentencia.

Nunca antes habíamos conversado tanto de política con mi primo. Me permite provocarlo. Me agrada. Su sentimiento es sincero. Del otro lado, no falla la recurrida acusación. Me lo dice mi tío: los financia Estados Unidos. A los revolucionarios de 1917 los financiaban los Aliados. A los bolcheviques, los alemanes.

Navalny tiene aire duranbarbista, pero de un lilito. Elegante, joven, outsider, moralino. Es abogado, oriundo de Odintsovo, una localidad más o menos grande al sur de Moscú. Premiado internacionalmente, este bloggero estratégico y amigo de la Universidad de Yale, dispara desde su Fundación Anticorrupción. "¡Putin ladrón!", "¡Rusia libre!", gritan sus seguidores, cuyo blanco preferencial en el último tiempo ha sido el actual primer ministro Dimitri Médvedev, sobre quien recientemente Navalny difundió un documental denunciando que había acumulado de manera fraudulenta un patrimonio calculado en varios millones de dólares y a quien le exigen: "Responde".

Crecido en el minoritario partido liberaloide, anticomunista y verde, Iábloko, que no contenía sus ambiciones de liderazgo, Navalny se lanzó al ruedo denuncista en las elecciones legislativas de 2011, ganadas ampliamente por la Rusia Unida de Putin y Médvedev (aunque perdieron buena cantidad de escaños). Las denuncias de fraude alcanzaron a reunir en los días posteriores hasta 100 mil personas en Moscú. En 2013, Navalny ya se candidateó para alcalde de la capital rusa, obteniendo el 27 por ciento de los votos, sin poder evitar que el putinismo retuviera el mando de la ciudad. Sobre el joven liberal, pesaba entonces una condena por malversación de fondos, denunciada como fraudulenta en el exterior. A eso se refería mi primo.

Desde entonces, su figura ha crecido. Lidera el Partido del Progreso. En marzo pasado, se produjeron las mayores protestas desde aquellos años 2011-2012, con unos ochocientos detenidos, menos que en la reciente de junio. Por esos días fue atacado con químicos durante una gira en Siberia. Su rostro quedó tipo Hulk. En cierta forma, le dio poder. Sin embargo, no puede decirse que exista algo así como el navalnismo. En el movimiento contra la corrupción confluyen distintos actores e intereses. En buena medida, las movilizaciones son protagonizadas por jóvenes ¿indignados?, que nacieron ya bajo la "Era Putin" y que no tienen referencias partidarias. La primera oposición en términos políticos tradicionales en Rusia sigue siendo, en cierta medida, el nunca extinto Partido Comunista.

La crisis económica y las sanciones externas acicalan el descontento contra el gobierno. Sin embargo, no siempre las críticas apuntan directamente a Putin. El presidente en la Federación Rusa es mucho más que el gobierno, a diferencia de Argentina. Y mucho más cuando de Putin se trata. Cuando sucedieron las recientes protestas, se celebraba el Día de Rusia, que saluda al nuevo país, postsoviético: unas 2,5 millones de personas participaron de los festejos oficiales. En este país, Putin conserva una popularidad superior al 80 por ciento.

anti-bolchevique

Putin asumió la presidencia por primera vez en 1999. Desde entonces, nunca abandonó el poder, ya que durante el necesario período de recambio en que fue reemplazado por Médvedev (2008-2012), ejerció como primer ministro. Pese a esta elocuente muestra de poderío, a este agente de inteligencia de carrera del Estado soviético, no le sienta cómodo el legado bolchevique. Vista con cierta superficialidad, resulta difícil entender esta incomodidad. 1917 puede contener muchos significados. La revolución bolchevique ofrece algunos. Pero el fin del zarismo, la revolución a secas, la instauración de una república rusa y el gobierno provisional iniciado en febrero de 1917, pueden ofrecer muchos más. Al fin y al cabo, el fin del zarismo podría conmemorarse como aquí se festeja el fin del virreinato.

Recientemente, Putin hizo enojar a los comunistas, cuando atacó públicamente la figura de Lenin. Señaló su desacuerdo con la represión posterior a noviembre de 1917, criticó la ejecución del zar Nicolás II, de su familia y allegados y fundamentalmente -por evidentes razones geopolíticas- atacó la igualdad de rango otorgada a todas las repúblicas soviéticas. "Eso fue como plantar una bomba de tiempo", se quejó, rescatando al mismo tiempo las opiniones de Stalin al respecto. Putin, sin embargo, no abjuró de las ideas comunistas o socialistas, a las que equiparó en cierto sentido con el mensaje de la Biblia: "igualdad, fraternidad, felicidad", señaló. Asimismo, aplacó las propuestas que hace un tiempo se hicieron -y se siguen oyendo- para sacar el cuerpo de Lenin que se encuentra todavía embalsamado y expuesto en un mausoleo al lado del Kremlin.

Lo que se cuestiona o resulta problemático no es el pasado soviético, hasta quizás tampoco el "asalto" bolchevique, sino el sentido actual que puede conllevar el concepto de revolución. El pueblo ruso no necesita esa idea, piensan en la mesa chica del Kremlin. Así, no habría margen para conmemorar ningún aspecto de lo sucedido hace un siglo. La revolución de febrero ofrece valores light, más propicios para la oposición. Y pese a que muchas agencias mundiales de turismo promueven los viajes a Rusia para noviembre, no hay señales de que vayan a ser organizados festejos para la época de la toma del Palacio de Invierno. Aún más, el periodismo -opositor- ha revelado que Putin ordenó a sus asesores y a los líderes de la política y la comunicación del Kremlin que 1917 debe ser debatido "sólo por expertos". Rusia no necesita revoluciones, sino estabilidad, fue la consigna.

No es para menos, en el marco de una oposición inquieta y en un escenario de crisis y guerra internacional como el actual, ningún político ruso debiera olvidar que a fines de 1916, el zarismo parecía fuerte y que, aún a mediados de 1917, ya iniciado el proceso revolucionario, los bolcheviques no eran más que una minoría petardista. Y todavía más cuando un reciente sondeo del Centro Levada -difundido por Sputnik- señala que si bien el 59 por ciento de los rusos consideran que la revolución de 1917 no podría repetirse, el 28 por ciento opina que sí y el resto dudó en responder. Aún así, siempre hay márgen para recalcular.

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